Excepto los vegetarianos y dispépticos, nadie tiene prejuicios de raza en la comida. La mesa suele ser un programa de extrema izquierda. Se come de todo, sin discernimiento, pero no en cualquier parte ni a cualquier hora. Ezequiel Martínez Estrada, La cabeza de Goliat, 3rd ed., Buenos Aires, 1940, p. 114
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